Como era de esperar el río había cambiado desde la última visita, caudal más bajo y agua más templada. Las fuertes corrientes de principio de temporada habían amansado.
Con este panorama la seca ganaba puntos, aunque la actividad en superficie no fuese un festín precisamente. Opté por tricos para pescar las aguas más movidas y emergente oliva para las aguas más lentas. El sempiterno Barón también tuvo su opotunidad, al igual que un perdigón de nuevo cuño acompañado de un muelle. La agudeza visual del pescador que suscribe no da para pescar a trucha vista lo que a uno le gustaría y el muelle es un buen recurso.
Con estas armas y paciencia pude divertirme, aunque hubo que afinar mucho con los bajos en las aguas más lentas y sufrir algunos rechazos. La caída de la tarde facilitaba el asunto. Con el sol bajo tanto las eclosiones como la actividad de las truchas hacían todo más sencillo.
Parece que sigo teniendo un rinconcito majo donde mojar las moscas.