Soleado, temperatura agradable y sobre todo viento suave, detalle fundamental en algunos ríos para poder colocar la mosca con precisión, eran buenos augurios.
Con los aperos montados y vadeador en ristre bajé al río esperando ver a las truchas cebándose, pero una cosa es el deseo del pescador y otra la realidad. Bajaban algunas olivas de vez en cuando, se veían tricópteros y dípteros volando, pero ausencia total de cebadas. Con este panorama, viendo los buenos resultados que últimamente me estaba dando el tándem, até al bajo un Barón rojo y una ninfa de faisán de las que ya he puesto fotos en entradas anteriores.
De esta forma fui clavando truchas, la mayoría pequeñas, pero con una librea preciosa, con intesos puntos rojos y aletas anaranjadas. A diferencia de otras jornadas esta vez el Barón daba algunas capturas, signo de que las truchas ya estaban acostrumbradas a comer arriba y además ya se podían ver algunas cebadas, aunque muy esporádicas.
Con el transcurrir del día la actividad en superficie aumentó y a pesar de que el tándem funcionaba perfectamente pude pescar a seca. Una truchita aquí, otra un poco más arriba cebándose, en aquel pozo vuelvo a poner el tándem a ver si pesco una grandecita...